4. PLAN LECTOR: LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA




LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA 

(Novela de Marcos Mendoza) 


        
CAPITULO IV

LA MALDICIÓN DE LA CORREA





El mismo día en que Linda tuvo, según su veterinario, los cuatro meses y todas las vacunas al día, compré collar y correa. Me vendieron los más idóneos para una perrita de su tamaño y edad… o eso fue lo que me dijeron.
 Lo cierto es que me timaron, ahora lo sé. No son necesarias esas correas carísimas y esos collares con brillantitos. De hecho, lo más simple a veces es lo más efectivo. Ni collares de ahorque ni de pinchos ni nada, una sencilla banda de cuero, no demasiado apretada, y todo listo.
Pero yo era un novato, como tantos otros, y compré todo lo que me ofrecieran, incluso otros más grandes para cuando mi cachorrita creciera. - Así que ahí estaba yo, llegando a casa y llamando a mi Linda como si fuera un bebé. «¡Mira, Linda, mira qué tengo para ti, mira qué bien!», canturreaba.
Te imaginarás. Ella vino corriendo, pensando que era un juguete, pero en cuanto se lo puse al cuello dejó de parecerle tan bien, así que lloriqueó y se retorció, y yo rápidamente se lo quité diciéndole que no pasaba nada. Es decir, dejé que se saliera con la suya… otra vez.
¿No es gracioso cómo los perros pueden llegar a hacer lo que quieren con nosotros, los humanos? La verdad es que aquel día se implantó una dinámica que se repetiría cada vez que quise ponerle la correa a Linda: ella veía aquel instrumento y echaba a correr, se escondía, se retorcía y lloraba cuando la cogía.
 Eso sí: al final logré colocarle el collar y atarla bien, y en cuanto la puerta de la casa se abrió, dejó de tener miedo o molestias y echó a correr. - Pues sí. Mi Linda, con cuatro meses —y algunos días más, para aquel entonces, porque me costó mucho armarme del valor suficiente para dejarla con el collar puesto— y muy parecida a una diminuta bola de pelo, vio la calle y se lanzó a ella con la fuerza de un tornado.
¡Y qué fuerza! Quién me iba a decir que una cosita tan pequeña pudiera tirar tan fuerte de mí, llevándome de acá para allá en la calle. Porque de verdad lo hacía. Yo quería ir hacia el parque, pero Linda no: Linda tiró hacia el otro lado de la acera, en una dirección totalmente opuesta, y me guio por su cuenta hasta que llegamos al supermercado. No dejó de dar tirones como una desesperada, y cuando conseguí arrastrarla de vuelta a casa yo estaba agotado y con el hombro dolorido, mientras que ella solo quería volver a salir ahí fuera. Ah, y por si queda alguna duda: a los pocos minutos de llegar, encontré el charco de orina en el recibidor.

ACTIVIDAD EN EL CUADERNO DE ESPAÑOL
  1-¿ Por qué Marcos  afirma que era un novato?
 2- ¿ Alguna vez te sucedió con tu mascota algo parecido al primer paseo de Marcos con Linda?  
3- Dibuja lo que te pareció más gracioso de este capitulo.

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